DEFINIENDO EL CONCEPTO DE LA DELINCUENCIA
Del latín delinquentia:
La delincuencia es la cualidad de delincuente o la acción de delinquir.
El delincuente es quien delinque; es decir, quien comete delito (un quebrantamiento de la ley).
Las motivaciones principales al delito son impulsividad, falta de apego afectivo, así como la disponibilidad de oportunidades para delinquir, estar acompañadas por la falta de consecuencia ante las conductas delictivas cometidas, es decir, la impunidad ante la Ley.
Los adolescentes tienen muchos factores de riesgo y pocos factores de protección, así como motivaciones a caer en conductas delictivas por causa de problemas con el autocontrol de sus emociones y una falta de reforzamiento de la conducta social.
La globalización moderna es más que un fenómeno exclusivamente económico, incluye aspectos sociales, culturales, políticos y también delictivos.
Procesos de globalización han existido a lo largo de la historia de la humanidad, pero a la actual la identifican las tecnologías de la información y comunicación; no en vano se afirma que vivimos en la era digital, la era de Internet y de las redes informáticas.
Nos encontramos ante una verdadera revolución tecnológica. Grandes han sido sus beneficios como profundos los cambios suscitados en la sociedad en un tiempo relativamente corto.
La forma de trabajar, estudiar, relacionarnos con otros, hacer negocios y prácticamente todo en nuestra vida cotidiana está vinculado con las tecnologías de la información y la comunicación.
Pero no solo beneficios han traído estas tecnologías, también grandes desafíos y nuevos problemas, entre ellos, nuevas conductas delictivas.
La delincuencia juvenil no es un fenómeno reciente.
Se remonta a mas de 200 años, cuando ya contemplaba el uso del término, delincuencia juvenil, a parte de la creciente preocupación de la sociedad por el aumento de actos delictivos cometidos por jóvenes.
El término fue usado por primera vez en Inglaterra en el 1815 para referirse al aumento de situaciones en que los adolescentes estaban involucrados en actividades que violentaban las leyes en esa epoca.
En América Latina observamos un patrón similar en la prevalencia de delincuencia y crímenes violentos en que la mayoría de los perpetradores así como los afectados son varones entre los 15 y 29 años de edad.
Los factores de riesgo más comunes son:
· Las bajas expectativas para el éxito en la vida.
· Una baja autoestima.
· La desesperanza.
· Los “amigos” que inducen conductas problemáticas.
· La orientación hacia los amigos.
· Un pobre rendimiento escolar.
· Un pobre apego con los padres y hacia la relación de famila.
En muchas investigaciones, se han encontrado diversos factores tanto sociales, familiares e individuales que se asocian a las conductas delictivas en adolescentes.
Entre los factores individuales que se han identificados se incluyen:
· Impulsividad
· Un afán de protagonismo.
· El consumo de drogas.
· Su baja autoestima.
· La falta de destrezas sociales.
· El poco equilibrio emocional.
· La desadaptación.
· La frustración personal.
· Un bajo coeficiente intelectual.
· Nula capacidad de resolución de conflictos.
En cuanto a los factores familiares se han identificado las familias fragmentadas, baja cohesión familiar, padres con enfermedad mental, así́ como estilos parentales permisivos, ambivalentes y coercitivos.
Personalidad del delincuente juvenil.
Se basa en:
Inmadurez:
Es lógico porque la edad, no hace eco de tener un pensamiento para desenvolverse de forma racional en la vida.
Vacío de si mismo, como ser humano:
No asumen su propia historia personal. Su pasado personal, lo rechazan. Para ellos el presente es vivir aquí y ahora, no saben, ni quieren, aprender de sus errores. Carencias expectativas de futuro.
Comportamiento contradictorio:
Son jóvenes que solo viven su vida, y no se analizan, ni se proyectan.
Poseen una gran capacidad de adaptación.
Inseguridad:
Sufren de una desconfianza, respecto a las demás personas que no encajen en su mismo modo de vida.
Las facilidades creadas por estas tecnologías han proporcionado condiciones que han aprovechado organizaciones criminales para fortalecer actividades delictivas como el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata de personas, la explotación sexual, la pedofilia, entre otros, a escala ya no solo local sino mundial.
La globalización del delito y la ciber-delincuencia
También surge la creación de nuevas formas de actividades delictivas, como la difusión del odio, la información falsa, el terrorismo, el lavado de dinero, la legitimación de capitales y el ciberdelito o los llamados delitos informáticos.
Nuestro país está en deuda desde hace muchos años al no haber aprobado la Convención sobre la Ciber-delincuencia o Convenio de Budapest, del 23 de noviembre del 2001.
Esa Convención, que tiene como objetivo primordial crear una política penal común destinada a proteger a la sociedad frente a la ciberdelincuencia.
Leyes necesarias.
La seguridad informática es hoy tan relevante como la seguridad ciudadana de cualquier país.
Por esto debe revisarse y legislarse sobre delitos relacionados con la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de datos y sistemas informáticos, o los delitos informáticos como la falsificación o fraude informático.
Muy especialmente deben revisarse los delitos relacionados con la propiedad intelectual y derechos afines.
EL CRIMEN ORGANIZADO Y LAS NUEVAS TENDENCIAS DELICTIVAS
La delincuencia organizada está experimentando una transformación.
Sus estructuras tradicionales, encabezadas por jefes poderosos que controlaban nichos delictivos específicos, están siendo reemplazadas gradualmente por redes delictivas informales y flexibles que cambian de operaciones y modifican sus modelos de actividad en función de las oportunidades, los incentivos, la rentabilidad y la demanda.
La facilidad para el comercio y los desplazamientos internacionales, el acceso instantáneo a la información, el avance de la tecnología y la generalización de las comunicaciones cifradas proporcionan un terreno fértil para el florecimiento de la delincuencia transnacional.
LA INTERPOL Y SU LUCHA CONTRA EL DELITO INTERNACIONAL
EL MODELO OPERATIVO DE INTERPOL
Los delitos actuales son cada vez más complejos. Están interconectados y se cometen a escala mundial, tanto en un ámbito físico como virtual.
La cooperación policial multilateral es más necesaria que nunca para hacer frente a los problemas de seguridad que afectan a las sociedades.
Con sus 190 países miembros, INTERPOL está en una situación idónea para trabajar con las fuerzas del orden de todo el planeta a fin de reforzar su capacidad para prevenir la delincuencia e identificar y detener a los delincuentes.
Las alianzas con otras organizaciones regionales e internacionales intensifican el enfoque combinado para afrontar los problemas comunes.
Las actividades de INTERPOL giran en torno a tres programas sobre delincuencia a escala internacional –lucha contra el terrorismo, delincuencia organizada y nuevas tendencias delictivas, y ciber-delincuencia–, para cada uno de los cuales se ha desarrollado una estrategia que abarca el periodo 2016-2020.
Estas estrategias, y las iniciativas que engloban, irán evolucionando para adecuarse a la naturaleza dinámica del entorno operativo.
Los mencionados programas cuentan con el apoyo de un conjunto de capacidades policiales que la Organización proporciona a los países miembros, a saber: gestión de datos policiales, análisis de información criminal, apoyo en materia forense, apoyo a las investigaciones sobre prófugos, Centro de Mando y Coordinación, capacitación y formación, innovación y proyectos especiales.
La estrategia de INTERPOL, se centra en las amenazas delictivas más graves, así como en nuevas formas de delitos.
La estrategia partirá de la base de la experiencia de INTERPOL en la dirección y coordinación de operaciones transnacionales importantes contra diversos tipos de delitos, así como en el logro de resultados significativos en términos de detenciones y de incautaciones de productos ilícitos.
Estas operaciones contarán con el apoyo de las Oficinas Regionales de INTERPOL y procurarán encontrar posibles convergencias entre diferentes tipos de delitos, como tráfico de drogas, trata de personas, delitos contra la fauna y flora silvestres, e incluso terrorismo.
Dichas operaciones irán precedidas de una formación específica de los funcionarios sobre el terreno e incluirán apoyo de seguimiento en las investigaciones.
La delincuencia juvenil en progresión acelerada es un fenómeno real aunque se pretenda minimizarlo con estadísticas –no siempre fiables- que muestran el bajo porcentaje de delitos cometidos por jóvenes.
Las causas de la delincuencia juvenil son múltiples y complejas (económicas, sociales, políticas y culturales) y está claro que no se la combate bajando la imputabilidad a 14 años. Ni se resuelve simplemente mandando los chicos a la escuela o aumentando los salarios más bajos, para permitir una escolarización completa. Que son, estas últimas, medidas preventivas indispensables pero no correctivas.
Pero, además, hace años que padecemos una sociedad donde los delitos de todo tipo cometidos por las elites políticas y económicas es altamente rentable y goza de total –o casi total- impunidad.
En las capas desposeídas de la población la delincuencia y la impunidad de las elites económicas produce el llamado « efecto de demostración o de imitación » que consiste en que las clases populares tratan de imitar los comportamientos de las elites a fin de identificarse con éstas.
Fue teorizado por James Stemble Duesenberry (Duesenberry, James, Income, Saving and the Theory of Consumption Behaviour. Harvard University Press, 1949).
El tema de la delincuencia juvenil preocupa a los especialistas hace decenios, pero últimamente la opinión pública se ha apropiado del mismo y lo maneja con cierta dosis de irracionalidad.
Esto último se explica porque a veces impacta fuertemente a aquélla en razón del carácter especialmente abominable de ciertos crímenes y de que su proliferación aumenta el temor de la gente a engrosar la lista de víctimas.
Efecto de imitación que a veces se traduce en la frase justificante de un comportamiento delictivo: « todos roban, yo también ».
Los jóvenes son una responsabilidad del Estado y de la sociedad en su totalidad.
Los desvíos de su comportamiento son problemas que ameritan un abordaje interdisciplinario y un compromiso absoluto.
Al fin y al cabo, corresponde que nos preguntemos qué tipo de sociedad queremos, y en consecuencia, cómo pretendemos que esta sociedad trate a nuestros niños.
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